22 de diciembre de 2017

II. Renovación y Compromiso. 2da. Parte

Diciembre 22, 2017


II. RENOVACIÓN Y COMPROMISO*

El Año del Temblor

A las 7:19 horas del 19 de septiembre de 1985 un temblor alteró la vida de la Ciudad de México. Edificios tradicionales, centro de estudio, casas habitación, hospitales y multifamiliares se desplomaron en un inolvidable y aterrador instante. Aterrador e inolvidable, el escenario de destrucción que asoló la mirada de los capitalinos y visitantes arrojaba al vacío: muerte, desolación, angustia.

Pero nadie permaneció al margen. La ayuda institucional y la espontánea; la ayuda organizada y la improvisada. Toda la solidaridad concentrada en calles, parque, hospitales, escuelas, delegaciones, lugares comunes que repentinamente albergaban un cuadro de doble visión: angustia y solidaridad; muerte y vida; espanto y acción; dolor y esoeranza.

Mexicanos de todas las edades y condiciones sociales en pos del rescate, la atención a heridos, el apoyo a los damnificados.

Apenas dos horas después del temblor, Ruta 100 modificó el horario de los 300 elementos que integraban el personal de la Dirección de Operaciones, de tal manera que trabajaran turnos de 12 horas alternadamente, con el propósito de que pudiera prestarse un mejor auxilio a las miles de personas que lo requerían. Se comisionó a 37 unidades de supervisión, equipadas con radio transmisor, para que de manera permanente informaran a la Dirección General de las necesidades que detectaran en los distintos puntos afectados.

Por otra parte, se instalaron 6 bases de apoyo para ubicar autobuses del Organismo en los lugares de mayor demanda de auxilio: Zócalo, Monumento a la Revolución, Centro Médico, Aeropuerto, Hotel Camino Real y Alameda Central, esta última para proporcionar servicio de comedor.

Mil quinientos autobuses fueron utilizados como puestos de socorro, dormitorios, comedores, almacenes de medicina, comestibles y ropa; asimismo, se transportó en ellos a damnificados, víveres y a personal extranjero especializado en rescate, así como materiales e instrumentos de auxilio. Los patios de encierro de algunos módulos fueron utilizados como albergues provisionales, durante ocho días.

Al igual que ambulancias, vehículos particulares habilitados para el apoyo, camiones del ejército y de la policía, por toda la ciudad se veía pasar autobuses de Ruta 100 sumados al gran esfuerzo colectivo, que hizo posible la salvación de muchas vidas y atenuó en parte el dolor de miles de mexicanos.

Por esas fechas, los recursos destinados a la inversión acusaban una reducción que repercutía en la suspensión de la tan necesaria renovación del parque vehicular. Por ello tuvieron que desplegarse considerables esfuerzos del Organismo, con una participación intensa de los trabajadores, para mantener a los autobuses en condiciones de operación.

El estado físico y mecánico de una gran cantidad de unidades se atendió con más imaginación que recursos económicos. Lo importante era tener autobuses en ruta y que ofrecieran seguridad a los usuarios.

Para ello, se contrató asesoría de la empresa London Transport International para mejorar el sistema general de mantenimiento, que se había instrumentado en 1984.

Los años de 1986, 1987 y 1988 fueron difíciles, pero la atención al segmento de la demanda que correspondía a Ruta 100 no se interrumpió aunque los viajes/persona/día que cubría el Organismo disminuyeron a una tasa promedio del 4% como resultado de tener una parque vehicular conformado en un 64% por autobuses cuyo ciclo de vida útil estaba por terminar.

Así, de un esfuerzo de consolidación iniciado en 1982, se pasó en 1988 a un esfuerzo de sobrevivencia, que hizo posible la permanencia de ruta 100 y con ésta, la posibilidad de seguir proporcionando un servicio con características nítidamente sociales.

La administración del Departamento del Distrito Federal que se inició en diciembre de 1988 encontró en Ruta 100 un instrumento idóneo para el apoyo a los sectores menos favorecidos de la población, pero también un Organismo con problemas de fondo, como un parque vehicular en franco deterioro y una infraestructura con serias carencias.

Encontró, también, una gran experiencia directiva acumulada, y una decidida voluntad de los trabajadores por lograr la permanencia del servicio. Ese fue el principal valor del que partió el DDF en 1989 para renovar la estructura de Ruta 100 y el vital servicio que presta a millones de habitantes.

*Tomado del libro Doce de Cien. Décimo Segundo Aniversario de AUP R-100





Dos camiones "ecológicos" de la ex Ruta 100 esperan el cambio de luces en el cruce de la avenida Arneses y la calzada Taxqueña en 1995, época en la que los paisajes relacionados a la naturaleza todavía adornaban la parte trasera de las unidades.

Crédito: El Universal


0 comentarios:

Publicar un comentario